Podemos definir a la muerte como "la cesación definitiva de la vida". La muerte por tanto es trágica. El hombre, que es un ser viviente, se topa con la muerte, que es la contradicción de todo lo que un ser humano anhela: proyectos, futuro, esperanza, ilusiones, perspectivas...
El ser humano posee un instinto de conservación que nos hace defendernos y luchar por la vida, a pesar de que en mucho casos esta sea un verdadero infierno.
Pero, paremos un segundo, reflexionemos. Desde que el hombre es hombre, ha tenido la intuición de que la vida, de alguna manera, no termina con la muerte. Mirando a nuestros ancestros, a sus testimonios arqueológicos podemos observar sus tumbas, sus diversas clases de espiritismo, apariciones, ánimas en pena...siempre intentando traspasar los dinteles de la muerte, en un intento de saber algo del más allá. Pero la realidad es que no sabemos prácticamente nada, nuestras investigaciones en este campo han sido totalmente frustrantes.
Es aquí cuando leemos las Sagradas Escrituras, pero especialmente el Nuevo Testamento, descubriendo el verdadero sentido de la vida y la muerte, lo que Dios nos tiene preparado para nosotros en la eternidad. Así el cristiano sabe que la muerte no solamente no es el fin, sino que por el contrario es el principio de la verdadera vida, de la vida eterna. Como cristianos vemos pues la muerte con ojos muy distintos a los del resto del mundo, haciendo la muerte un poquito más deseable. No obstante, por desgracia nuestra, somos tan carnales, tan terrenales, que nos aferramos a esta vida, pues después de todo, es lo único que conocemos, lo único que hemos experimentado.
Los no creyentes, los no creyentes en la vida después de la muerte, piensa por sí mismo a la hora de plantearse qué hay después de la muerte, pero la mayoría llega a una conclusión similar: después de la muerte no hay nada. Piensan que deben aprovechar al máximo la misma, debido a la levedad de nuestra existencia.
Ya hemos dicho anteriormente que para los cristianos la muerte es sólo el final de la vida terrena, pero no el final de la vida. Lo que creemos los católicos es lo siguiente: Creemos que tenemos un alma inmortal creada por Dios que no muere con la muerte sino que pervive en una vida eterna. No es que seamos dos cosas distintas. El ser humano es una unidad. Cada ser humano es alma y cuerpo a la vez.
Ya hemos dicho anteriormente que para los cristianos la muerte es sólo el final de la vida terrena, pero no el final de la vida. Lo que creemos los católicos es lo siguiente: Creemos que tenemos un alma inmortal creada por Dios que no muere con la muerte sino que pervive en una vida eterna. No es que seamos dos cosas distintas. El ser humano es una unidad. Cada ser humano es alma y cuerpo a la vez.
La vida eterna no es igual a esta vida. Cada persona que muere vivirá en la vida eterna lo que ha elegido previamente en esta vida. Jesús nos da la salvación (la vida eterna), pero no nos obliga a aceptarla. Eres tú quien tiene que aceptarlo en tu vida de una manera voluntaria. En la vida eterna, una vez muertos, los católicos creemos que hay tres posibilidades para el ser humano. Tu "yo personal", lo que llamamos "el alma", pasará a una de estas tres opciones:
1 - El cielo, contemplando a Dios.
2 - El purgatorio, purificándose para poder entrar en comunión con Dios.
3 - El infierno, quedará definitivamente separada de Dios.
1 - El cielo, contemplando a Dios.
2 - El purgatorio, purificándose para poder entrar en comunión con Dios.
3 - El infierno, quedará definitivamente separada de Dios.
- Mi cuerpo muere, pero mi "yo" pervive eternamente -
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